jueves, 24 de abril de 2014

La comunicación y el legado


Muchas veces hemos oído decir algo con cierta frecuencia como esta frase: “se llevó su secreto a la tumba”. Y sin embargo, dejamos huellas que no podemos ocultar, pistas que no lo dicen todo sobre nuestra identidad escondida pero nos muestran rasgos; así somos los seres humanos, algo siempre por descubrir y puede que hasta por conocernos porque hemos querido ser lo que los demás nos han asignado o puede porque es lo que hemos imaginado ser nosotros mismos. 
Dejamos anécdotas, pequeñas conversaciones con seres tan desconocidos como nosotros mismos, sombras difuminadas con el espectro de las dudas acumuladas y la superposición de la incertidumbre de ser nosotros o una prolongación de otros cercanos, que alguno se atreve a afirmar que es como sus padres, tío o persona cercana admirada, otros, no dirán nada de lo que realmente fue su motivación influyente; cada uno pone una reseña en su realidad..., o puede que no. Es tan poco y vago que parece como que tan siquiera hubieran existido, es como un chispazo de una figuración o sospecha.
Dejamos casas, tierras, enseres, facturas descoloridas y ajadas por el tiempo, zapatos rozados y desgastados por el uso, prendas de ropa que ya nadie usara, deslucidas por su pasado y desactualizadas, que alguien tirara, puede que alguna carta guardada que nos descubre algún secreto flagrante, puede que conflictos o reveses que desconocíamos. Somos tan contradictorios que puede que dejemos a nuestros familiares solo lo material cuando lo que nos importa es el afecto y motivos de su comportamiento esencial. En algunos casos, solo tuvieron una relación confiada y cierta con aquellos que trabajaron, les consolaron alguna vez, ellos recibieron todo lo material que conservaron; que el tiempo y nuestro afán de sacar el mayor partido les atribuiremos, pero como una trituradora se desmenuzara, separando las partes según su naturaleza y se esparcirá por todos los lados, cada cosa, según la naturaleza del intereses o finalidad indeseable. 
La vida, es el mayor ofrecimiento que tenemos, es un regalo, por eso, nos ha interesado la motivación de las personas y su comportamientos, por su necesidad ha venido todo lo que han tenido y realizado, puede que una familia y cada una de las experiencias  y maneras de ser privada; no es sólo la familia y una dedicación al trabajo, es la comunicación con todos, lo que apreciamos y percibimos es con lo que contribuimos como individuos sociales a mejorar nuestra convivencia. A mí, me gusta ver esos rasgos personales que nos hacen tan diversos y, a la vez, tan interesantes por la aproximación personal e influencia que eso ejerce, aunque seamos tan variables por las ocupaciones que se realizan, se puede ver esa inteligencia para desenvolverse, deshacer los problemas y acabar con las dificultades; es el mejor legado, mucho mejor que las trasmisiones materiales, aunque todo puede formar parte teniendo su ganancia, cada uno le da su importancia en cuanto sus necesidades principales. La comunicación nos enriquece a todos, saber cómo pensamos, como somos, como sentimos y que buscamos; mostrando el resultado de una tarea hecha con los cinco sentidos, o las ilusiones que hilvanamos en esas horas largas de caminatas solitarias o sentados en la soledad del hogar.
Un día empecé a sacar de esa oscuridad algunos personajes y después de este paréntesis viajero quiero continuar y continuare…, porque creo que nos pertenece por ser parte de nuestro pueblo.
Esteban Burgos